“Paraguay camina hacia la Era del Conocimiento”

En la llamada “Era del Conocimiento” la innovación es un factor determinante y decisivo para el desarrollo de los países. Paraguay comienza a transitar esta senda con interesantes variables a favor, con la necesidad de una mayor inversión a nivel de políticas públicas. Así lo afirma el doctor Benjamín Barán, de amplia trayectoria en la actividad científica/académica del país y recientemente distinguido con el título de doctor “Honoris Causa “, por la Universidad Nacional de Asunción. El experto paraguayo realizó un análisis para REDPI,  en el que destacó el gran potencial de los jóvenes paraguayos para sumar a los avances así como la importancia de proteger las ideas.

“En la Era del Conocimiento, sin innovación, el país no podrá progresar significativamente. Ya no alcanza vender materia prima para lograr la calidad de vida que deseamos y nos merecemos los paraguayos. Felizmente, Paraguay comienza a dar sus primeros pasos en este sentido, contando con el potencial de jóvenes talentosos que mucho podrán aportar en un ambiente de apoyo a la creatividad, el trabajo responsable en equipo, el estudio y la germinación de nuevas ideas. El apoyo a la investigación y la innovación debe ser una política de estado para nuestro país”, expresó el catedrático.

Proteger la propiedad intelectual

Sobre la importancia de considerar los derechos de propiedad intelectual en el proceso de desarrollo de nuestros países, el doctor Barán hizo énfasis en la necesidad de la protección del trabajo, el talento y la producción.

“El progreso está fundamentalmente basado en la investigación, el desarrollo y la innovación (I+D+i), considerando la Era del Conocimiento. Sin esos elementos no podremos progresar substancialmente. En ese marco, los instrumentos y herramientas de propiedad intelectual son fundamentales para proteger el trabajo, el talento y la producción de los profesionales paraguayos que aportan en los diferentes ámbitos del trabajo intelectual, facilitando la formalización a través de registros que aportan a la competitividad  y el desarrollo económico de nuestro país”, señaló el experto.

El doctor Barán valoró de manera superlativa los componentes I+D+i, sobre todo en el área de desarrollo de software y los calificó de fundamentales para evitar la llamada obsolescencia. “Específicamente, en el área del desarrollo de software, los componentes I+D+i resultan vitales, con el agravante de una inversión inicial muy alta para lograr un producto competitivo para un primer usuario, pero con un costo relativamente bajo para que otros usuarios utilicen un sistema ya desarrollado, sumado a la necesidad de una permanente adaptación tecnológica (upgrade). En consecuencia, el proceso de investigación, desarrollo e innovación se hace permanente para evitar la obsolescencia. En resumen, las empresas modernas en general, y muy particularmente las que desarrollan software, solo podrán sustentarse y progresar en la Era del Conocimiento priorizando adecuadamente los aspectos de I+D+i”, explicó.

El catedrático profundizó un poco más en el campo de desarrollo del software en Paraguay, refiriéndose a los cambios tecnológicos acelerados por la pandemia, según su visión. “La pandemia aceleró la velocidad de cambios tecnológicos, incluso en nuestro país, pues muchas empresas se vieron obligadas a operar con colaboradores trabajando desde sus casas, para lo cual, el software resulta fundamental. Esto generó un considerable aumento en la necesidad de desarrollos e implementaciones de software en todo el mundo, y lógicamente también en nuestro país, lo que fue positivamente capitalizado por las empresas paraguayas de desarrollo de software, debidamente preparadas”, indicó.

 Señaló luego que ese crecimiento mantiene su inercia y se sigue expandiendo cada día, con mucha creatividad, generando nuevos proyectos y “vibrante innovación”, a decir de sus palabras. Tras esta expresión, puso la atención en la necesidad de formar más profesionales en Paraguay.  “El desarrollo de software se globalizó y cada día hay más profesionales paraguayos trabajando en empresas no paraguayas de todo el mundo, posiblemente en forma remota, lo que está generando una escasez de profesionales informáticos bien formados en el país, necesidad que deberá ser atendida en forma urgente por las universidades y el mismo estado si se desea minimizar el eminente peligro de un estancamiento en los desarrollos nacionales de software”, manifestó.

El derrotero del trabajo científico

Acerca de la evolución de la investigación científica en Paraguay en los últimos 30 años, el doctor Barán hizo una síntesis del derrotero vivido. “Recordar las actividades científicas que hacíamos en Paraguay en la década de los 90, antes de la creación del CONACYT (Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología), es casi como un viaje a la prehistoria científica del Paraguay. Todo era a puro pulmón, pues prácticamente no existían trabajos remunerados de investigación científica a tiempo completo, ni en las universidades, al menos que yo recuerde”, rememoró.

Acotó después: “Los que amábamos la vida científica y académica construimos nuestros ingresos a partir de las horas de docencia, algún otro trabajo en el sector público o actividades privadas complementarias. Lógicamente, esto reducía considerablemente el número de horas que le podíamos dedicar a la ciencia pura. El pago por realizar investigación científica no era atractivo, recuerdo mi salario de unos 600.000  guaraníes como coordinador de investigación del Centro Nacional de Computación (CNC) de la UNA, o la cantidad de alumnos que trabajaban ad honorem en nuestros proyectos de investigación, la mayoría de ellos, hoy científicos trabajando en todo el mundo”.

Finalmente, el doctor Barán recordó sus pasos de becario por la Argentina. “Cuando inicié mis actividades científicas en el Centro de Investigaciones Ópticas de La Plata (CIOP) en la década de los 70, lo que nos permitió construir el primer LASER en Paraguay con el investigador del CIOP, doctor Mario Gallardo, y otros colegas, lo pude hacer gracias a una beca de CONICET, de Argentina, porque no recuerdo fondo alguno en nuestro país”.

Los avances

El amor a la ciencia, la motivación suplía esa situación carente, manifestó el doctor. “Eran tiempos difíciles para acceder a publicaciones científicas, viajar a congresos, conseguir recursos (como computadoras) para nuestras investigaciones. Todo se suplía con mucho amor a la ciencia, motivación, dedicación, esfuerzo y la esperanza de que se estaba construyendo una patria mejor. Y de a poco, el entorno fue mejorando para fines de los años 90: Internet nos dio acceso a una gran cantidad de información y se creó el CONACYT, entre otros cambios muy positivos para los investigadores”, señaló.

En otro momento refirió los adelantos en la inversión gracias a la creación del CONACYT. “Hoy tenemos al CONACYT, con un presupuesto millonario, por lo que debo apreciar el enorme avance, sobre todo desde que esa institución tiene programas de incentivos a los investigadores como el PRONII (Programa Nacional de Incentivo a los Investigadores)”.

Más inversiones

El doctor Barán entiende que la inversión debe ser mayor en Paraguay para alcanzar una  mejor calidad de vida en nuestra sociedad. “Hemos avanzado mucho, pero queda demasiado por hacer. La inversión de Paraguay en investigación sigue siendo muy baja (en porcentaje del PIB) con respecto a la media de la región y ya ni hablemos de los tigres asiáticos que lograron un milagro económico invirtiendo en ciencias y tecnología. Esta baja inversión relativa resulta preocupante considerando que el mundo está entrando rápidamente en la Era del Conocimiento, que sobrevalora la generación de conocimientos e innovación por sobre la simple producción de materias primas. Sin investigación, no podremos mejorar substancialmente la calidad de vida de las futuras generaciones y la brecha que nos separa de los países generadores de conocimiento solo irá creciendo”, significó.

Finalmente, el entrevistado instó a la DINAPI a intensificar sus campañas de difusión, específicamente para los profesionales del software. “Siento que muchos desarrolladores de software, típicamente informáticos con fuertes bases técnicas y sin mucha formación jurídica, ven a la DINAPI como una institución más bien burocrática, para abogados, lo que posiblemente ocurre por prejuicios y experiencias pasadas que generaron un estereotipo que posiblemente ya no se ajusta a la institución en estos tiempos pos-pandemia, con rápidos avances tecnológicos. Por ello insto a intensificar la comunicación de sus servicios y cada día agilizarlos más, protegiendo el desarrollo de nuevos servicios, productos y conocimiento, liderando desde su espacio la entrada firme de nuestro país a la Era del Conocimiento”, concluyó.

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